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Publicado 6 de junio de 2025 en Contenido Médico, Cuidado Corporal, Cuidado Facial por Mercadeo Bella Piel
El lupus eritematoso (LE) es una enfermedad autoinmune compleja que puede afectar tanto la piel (LEC) como diferentes órganos del cuerpo (compromiso orgánico o LES). Esta enfermedad se caracteriza por períodos en los que los síntomas empeoran (exacerbación) lo que puede aumentar los riesgos para la salud del paciente y otros en los que mejoran (remisión).
Afecta principalmente a mujeres en edad fértil, siendo más común entre los 20 y 40 años. Aparece en todas las razas, aunque suele ser más grave en personas negras e hispanas. Hay una predisposición genética, por lo que tener familiares con lupus aumenta el riesgo de padecerlo, en comparación de la población general. También se ha relacionado con ciertos genes del sistema inmunológico (complejo mayor de histocompatibilidad).
En su patogenia influyen factores genéticos, hormonales y ambientales. Estos provocan que el sistema inmunológico deje de reconocer las células del propio cuerpo y genere anticuerpos que atacan tejidos sanos, causando inflamación y daño. Puede presentar factores desencadenantes como la exposición a la luz ultravioleta, las situaciones de estrés, infecciones o el consumo de ciertos fármacos.
En algunos casos, aunque en menor medida el LEC crónico, pueden presentarse alteraciones del aparato locomotor, en sangre, corazón, pulmones, riñones, sistema digestivo o nervioso.
Las complicaciones cardíacas son frecuentes y pueden causar dolor en el pecho y, en casos graves, acumulación de líquido alrededor del corazón (taponamiento cardíaco). El lupus también puede presentarse en recién nacidos, conocido como lupus neonatal, donde los problemas cardíacos son más importantes que las lesiones en la piel.
El diagnóstico del LEC es clínico, pero se puede usar métodos de diagnósticos adicionales, como biopsias de piel afectada y no afectada (inmunofluorescencia directa) que revela inmunoglobulinas (IgG), se complementa con la prueba de la banda lúpica. También se pueden realizar análisis de sangre para detectar anticuerpos específicos, como anti-DNA, anti-Sm, anti-Ro/SSA y anti-La/SSB.
Actualmente se tiene una amplia gama de tratamientos cuyo objetivo es lograr la remisión de la enfermedad y/o controlar los síntomas que se adapta según la gravedad y la extensión del lupus, teniendo en cuenta los tres pilares básicos que son:
Se pueden tener en cuenta tratamientos de segunda línea como el metotrexate, la dapsona y los retinoides (isotretinoína, alitretinoína, acitretina), se utiliza principalmente en casos de lupus cutáneo subagudo o discoide. Sin embargo, en casos más severos o resistentes se pueden considerar fármacos inmunosupresores como micofenolato mofetilo, azatioprina o ciclosporina, aunque requieren un control médico estricto.
Si tienes lesiones en la piel como las descritas, y si estas van asociadas o no a manifestaciones sistémicas que comprometan distintos órganos, debe visitar a su dermatólogo para recibir un diagnóstico preciso, y te podrá indicar la terapia requerida y disminuir así las secuelas permanentes.
Dra. Yerli Zúñiga Quiñones
Médica Dermatóloga
IG: Yerli Zuñiga
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